Vuelve la esperanza: el renacer de la familia Jaimes Caballero

 Vuelve la esperanza: el renacer de la familia Jaimes Caballero

La historia de estos santandereanos, desde el despojo que sufrieron hasta la creación de su propio chocolate artesanal, es un testimonio de cómo la confianza y el trabajo pueden transformar el dolor de la desesperanza en una nueva vida llena de posibilidades. Este es el relato de una familia que ha renacido gracias al apoyo de la Unidad de Restitución de Tierras.

El Playón, 16 de agosto de 2024 (@URestitucion). La vida de los Jaimes Caballero cambió radicalmente una madrugada de 2002. Tras años de amenazas y una alta tensión en la vereda donde residían, la familia recibió, a las 5:15 de la mañana, la visita de unos hombres que expresaron que había una orden inapelable: ‘deben abandonar su tierra o enfrentar la muerte’. Para Cecilia Caballero Méndez y sus hijos, Nidia Isabel, Edna Rocío y César Ricardo, el futuro se desvaneció en un instante, dejando atrás lo que era su hogar.

«El valor de la tierra se descubre cuando ya no la tienes«, reflexionó César Ricardo Jaimes Caballero, al rememorar esos días de incertidumbre y dolor. La familia se vio forzada a abandonar no solo su finca, sino también su identidad, sus sueños y la vida que con tanto esfuerzo habían construido. Durante años, lucharon por mantener viva la esperanza de algún día regresar al campo.

“La finca era nuestro sitio de confort, donde podíamos sembrar, cultivar, comer, establecernos, dormir y tener sueños. Definitivamente cambia el sentimiento: cuando salimos fue el de frustración, porque no tuvimos fuerzas. El otro sí las tuvo, porque era el que tenía las armas”, expresó el beneficiario.

La lucha por la restitución

En 2015, la luz volvió a brillar en el camino de la familia porque para esa época escucharon sobre la Unidad de Restitución de Tierras (URT), una entidad que podía ayudarlos a recuperar lo que les había sido arrebatado. Aunque el proceso fue largo y complicado, la familia Jaimes Caballero no se rindió. Con paciencia y perseverancia presentaron su caso y, después de 18 años de espera, la sentencia favorable finalmente les devolvió su tierra.

César Jaimes recordó: “nos llamaron y nos explicaron la resolución. Mi mamá movía los ojos, me miraba ¡con una felicidad!… porque ella nuevamente iba a tener su terreno. Nos dijeron que era una compensación, mi mamá no sabía en ese momento qué era. Lo primero que me dijo es que le daba mucho miedo volver otra vez allá”.

Para los integrantes de esta familia, la compensación fue una oportunidad para reconstruir su futuro: ahora se encuentran en el municipio de El Playón (Santander), disfrutando no solo de estar en el campo, sino de los frutos de la restitución.

“Uno cree que solamente le entregan la tierra. No sabíamos todas las cosas importantes que lleva. Nos leyeron que teníamos derecho obviamente a una salud: mi mamá tiene derecho a la salud prioritaria. Tenemos derecho a capacitaciones y a un proyecto productivo”, afirmó con entusiasmo el beneficiario de la URT.

Al regresar al campo, los Jaimes Caballero decidieron reinventarse. Aprovecharon el apoyo de la URT y adoptaron un sistema de secado con techo de corredera, conocido como ‘casa elba’, que les permitió secar el cacao de manera eficiente. De esa nueva etapa, nació un proyecto que no solo les devolvería la dignidad, sino que les abrió nuevas oportunidades: la producción de su propio chocolate artesanal. «Nuestro chocolate casero nos ha llevado a exposiciones y capacitaciones, algo que nunca habíamos imaginado», comentó César Ricardo con orgullo.

Es de resaltar que el camino hacia el éxito ha estado lleno de obstáculos, como la falta de registros y permisos. Pero, con la guía de la Dirección Territorial Magdalena Medio de la URT, la familia ha logrado formalizar su marca y obtener el apoyo en capacitaciones necesarias para seguir creciendo.

El mensaje de esperanza

César Ricardo Jaimes ha encontrado en su experiencia una misión: acompañar a otras víctimas del abandono y/o despojo forzado a compartir su historia y alentarlas a no perder la esperanza. «Es un proceso largo y dispendioso, pero se puede lograr. La restitución es posible», recalcó. Además, el beneficiario reconoce con gratitud el impacto de la Unidad de Restitución de Tierras en su vida: «Nos devolvieron no solo la tierra, sino la esperanza y la alegría», concluyó.

La historia de esta familia es un testimonio de cómo, incluso en los momentos más oscuros, la fuerza y la resiliencia puede encontrar la manera de florecer. Hoy, lo que un día fue escenario de dolor, se ha convertido en la oportunidad de sembrar sus sueños y ser la esperanza en el territorio.

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